Prueba Indonesia

Prueba Indonesia

Como "padres de la criatura" que somos y, segĂºn nuestra naturaleza humana, que no olvida que un muy lejano dĂ­a fuimos tambiĂ©n cachorros, tratamos de buscar la ecuanimidad en el trato y oportunidades hacia nuestra descendencia. Es nuestra naturaleza animal. Igual que la loba o la cerda muestran sus pezones para que todas sus crĂ­as se alimenten por igual, nosotros ponemos la misma cantidad de comida en los platos de nuestros hijos, tratamos de buscar ropa de la misma calidad para ellos, buscamos y encontramos equitativas oportunidades de esparcimiento. Y asĂ­ seguimos hasta que no nos queda mĂ¡s remedio que aceptar las diferencias de criterios, necesidades y capacidades individuales de nuestra prole; pero como padres nunca aceptamos esto, simplemente lo respetamos, y hasta que llega el Ăºltimo de nuestros dĂ­as, tratamos de mantener esa igualdad con nuestros hijos, asĂ­ sean Santo TomĂ¡s y BelcebĂº.

¿Pero cĂ³mo nos comportamos los padres con el hijo brillante y el hijo no tan lumbrera? De igual forma; trataremos de envĂ­ar a ambos a Harvard, a sabiendas de que nuestro retoño grisĂ¡ceo no terminarĂ¡ asumiendo el rol que nosotros queremos y terminarĂ¡ con un sonoro y estrepitoso fracaso. Nuestra obligaciĂ³n es intentarlo ¿verdad? ¿o quizĂ¡ deberĂ­amos ser mĂ¡s analĂ­ticos y frĂ­os, y tratar de encaminar a nuestras crĂ­as escuchĂ¡ndoles y examinando de lo que realmente son capaces? Probablemente, nuestro hijo del montĂ³n (quĂ© duro llamarle asĂ­), nos echarĂ¡ en cara toda la vida el no haberle dado la oportunidad de ir a Harvard, igual que a su brillante hermano. ¡QuĂ© complicado acertar!

El suceso del pasado domingo en el gran premio de Istambul Park 2010, entre los dos pilotos de un mismo equipo se puede asemejar de alguna forma a lo que acontece dĂ­a a dĂ­a con nuestros hijos. Los team principal de cada equipo tratan de buscar la maldita ecuanimidad dentro de sus filas, cacareando sin sonrojo que sus dos pilotos tendrĂ¡n siempre el mismo trato e iguales oportunidades dentro del equipo. Si tienen un claro exponente de primer piloto y a otro individuo vĂ¡lido para hacer su tarea y brillar a veces, no habrĂ¡ problema alguno y mantendrĂ¡n la paz en el gallinero, pero cuando el nivel de los pĂºgiles es parecido, la filosofĂ­a anteriormente descrita no sirve de mucho, pues si tratan de aplicarla de igual modo, el fantasma del bien comĂºn surgirĂ¡ agarrando a ambos pĂºgiles por el cuello y al team principal por los mismĂ­simos huevos.

Me llaman la atenciĂ³n estos jefes de equipo, iluminados, a los que se les llena la boca con la igualdad que proclaman, que no se creen ni ellos mismos, pues son conscientes de las prioridades publicitarias y funcionales en cuanto a la calidad del piloto, alimentando una falsedad demagĂ³gica con la que pretenden hacer ver que pilotos como Alonso y Massa estĂ¡n en el mismo nivel. En Ferrari pueden decir lo que quieran, pero Alonso es el nĂºmero uno, en McLaren, Hamilton, en Red Bull, Vettel, en Mercedes, Schumacher... Tratar de meternos en la cabeza lo contrario es absurdo, y subestiman el entendimiento del aficionado medio.

Tras la preciosa, plĂ¡stica, carrera de TurquĂ­a, el enojo rondaba por el box de Red Bull, y Christian Horner, el culpable mĂ¡ximo de la igualdad de sus pilotos, tomĂ³ ladinamente partido por Sebastian Vettel, del que alabĂ³ su ritmo de carrera y su limpio comportamiento en la lamentable maniobra. Se ha hablado mucho de este accidente, pero yo no considero culpable a ninguno de los dos pilotos; el verdadero artĂ­fice del descalabro intolerable en la curva 12 fue el señor Horner, que no tuvo el valor suficiente de "detener" a cualquiera de sus pilotos, es decir, a Mark Webber, que siempre ha sido el segundo de la partida (aunque la lĂ³gica para muchos serĂ­a detener a Vettel, peor clasificado en el mundial y en la propia carrera de Istambul Park). Horner no fue capaz de mandar en su equipo de forma enĂ©rgica y eficaz y, comportĂ¡ndose de forma pusilĂ¡nime, evitĂ³ toda su culpa cargando contra Webber, aunque eso sĂ­, rectificando despuĂ©s de ver el accidente en video, repartiendo culpas entre sus pilotos. ¿Y por quĂ© deberĂ­a haber impedido todo intento de adelantamiento? Dejando de lado quĂ© piloto debe reinar en el equipo, el problema que habĂ­a en ese momento era una pista que se estaba comenzando a mojar y que potencialmente, podĂ­a ser tierra de cultivo de un accidente en caso de arriesgar en demasĂ­a cualquier piloto; aventurarse dos pilotos del mismo equipo a deslizarse por el asfalto turco a pocos centĂ­metros uno del otro era, cuando menos, ponerle el despertador al diablo.

En McLaren, Withmarsh tuvo exactamente el mismo error, pues no zanjĂ³ la disputa antes de producirse, pero al menos tuvo el coraje de ser el que parase a uno de sus fogosos pilotos antes de que diesen al traste con el doblete de los de Woking. Sus Ă³rdenes fueron concisas e ineludibles, y a Button, el segundo del equipo, no le quedĂ³ la menor duda de lo que debĂ­a hacer.

Pero ¿realmente estĂ¡ bien sentenciar a la oscuridad a uno de sus dos pilotos, que estĂ¡ demostrando tanta valĂ­a o mĂ¡s que el primer piloto del equipo? DifĂ­cil respuesta. Creo que debemos partir de la base de un sistema injusto. Y este sistema se llama clasificaciĂ³n por equipos, algo que al aficionado generalmente no le interesa lo mĂ¡s mĂ­nimo. HistĂ³ricamente ha sido asĂ­ casi siempre, y dicha clasificaciĂ³n no sirve mĂ¡s que para engordar el ego de algĂºn fabricante de vehĂ­culos de calle. Lo que mĂ¡s interesa al aficionado general es la clasificaciĂ³n individual, la lucha por el campeonato del mundo de pilotos.

Evidentemente, el sistema actual estĂ¡ hecho de tal forma que la clasificaciĂ³n por equipos determina incluso el orden en los pits, por lo que modificar este sistema conllevarĂ­a hasta obras en los circuitos. Siempre he dicho que para evitar todos estos problemas de supremacĂ­as en la F1, se deberĂ­a adoptar el sistema americano, el que usan en las IndyCar Series, es decir, abandonar el campeonato de equipos. Los equipos, como desarrolladores de componentes, existirĂ­an, pero le proporcionarĂ­an a cada "sub-equipo" todos los elementos necesarios para armar el coche. Estos "sub-equipos" Ă©starĂ­an compuestos por un solo piloto, que aportarĂ­a sus propios patrocinadores, punto muy importante este, ya que dicho aspecto supondrĂ­a la no subordinaciĂ³n de ningĂºn piloto a los designios de un team principal con varios pilotos a su mando; por ejemplo ¿se imaginan a Vodafone cediendo la primera posiciĂ³n en CanadĂ¡ para favorecer a Orange o a Movistar? No creo que estuviesen dispuestos a aceptar dicha situaciĂ³n. Cada "sub-equipo" tendrĂ­a su propio espacio en boxes, sus propios mecĂ¡nicos y la figura del team principal solo tendrĂ­a a su cargo a un piloto. AdemĂ¡s ¿se han preguntado el interĂ©s que puede tener el Banco de Santander en patrocinar a Felipe Massa? Imagino que ninguno. Con el sistema que expongo, serĂ­a mucho mĂ¡s claro y transparente el modelo de patrocinios en la F1, pues un patrocinador no tendrĂ­a que pagar un espacio publicitario que no tiene interĂ©s en ocupar y que le viene impuesto por ser dos los coches de cada equipo.

Soluciones hay, solamente hay que tener intenciĂ³n de modificar el orden establecido, que es injusto con muchos de los pilotos, que pasan toda su vida deportiva siendo los palmeros del figurita de turno que les toque soportar ¿verdad Barrichello?

Por Ăºltimo, y para no hacerme demasiado largo, ahora Christian Horner explica que en Red Bull seguirĂ¡n otorgando un trato igualitario a sus pilotos, sin importar quiĂ©n estĂ© delante en el campeonato ¿ha aprendido usted algo, señor Horner? En la siguiente carrera en que usted vea a uno de sus pilotos con mejor ritmo, pararĂ¡ rĂ¡pidamente al mĂ¡s lento y evitarĂ¡ toda lucha en la pista, y si hay que detener a alguien, con el de las antĂ­podas seguro no le temblarĂ¡ la voz.

Señor Horner, no insulte usted a mi inteligencia.

"Cuando todos piensan igual, nadie piensa mucho"
AnĂ³nimo
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